martes, 18 de noviembre de 2014

Ansioso de ti

-Escúchame por favor. No he querido decir eso. No te enfades. ¿Quieres saber qué me gusta de ti? Está bien, te seré sincero. Además de por tu carácter y por tu físico, eso ya lo sabes, hay una razón más para amarte como te amo. Cuando nos ven juntos, paseando cogidos de la mano por la calle, los tíos se preguntan: qué tendrá el pringao este para llevar de su brazo (y si es observador verá que encima sonríes) a una pedazo de mujer así. Eso me gusta, ser envidiado por tener enamorada a una mujer de bandera, a una mujer como tú. El hombre es competidor por naturaleza, eso también lo sabes. Intentamos tener mejor coche que el vecino y mejor mujer también. Algunos ganan, otros pierden. O como digo yo, unos venden, otros compran. En este sentido, y por favor, no me malinterpretes, yo he ganado, soy vendedor. Y tú eres mi premio, mi copa, mi medalla de oro. Te vuelvo a repetir, no me malinterpretes. A mí me enorgullece tener enamorada a una mujer como tú. Es un orgullo y un placer. Muy pocos han conseguido y muchos no conseguirán tenerte a su lado. Yo sí, y me hace feliz, muy feliz. Yo tengo lo que ellos desean. Y ¿por qué no? Tú seguro que has sentido lo mismo. Seguro que te ha gustado sentirte envidiada en algún momento. ¿Ha sido así?
-Sí
-Es una sensación única, ¿verdad?, como tenerte a mi lado. Eres mi inspiración y mi espiración. Lo eres todo. No hay más allá. Eres un ángel subido en lo más alto del podio. Idiotas los que te han dejado marchar y desgraciados los que no te tendrán jamás. Ahora, tú eres mía y yo soy tuyo, lo reconozco. A pesar de que te lo diga poco. Ya me conoces, prefiero demostrarlo. Pero que no lo diga no quiere decir que no lo sienta. Siento algo indescriptible. Es un honor estar a tu lado. Contigo es muy fácil hablar, me es increíblemente fácil hablar contigo, y ya sabes lo burro que soy hablando. Lo comprendes todo y encima das soluciones. ¿Tú sabes las noches que me ahorras de pensar? Muchas. Bueno, sólo quería decirte que te amo. Que me gustaste el primer día que te ví y sigo enamorado de ti tres años después. Sigo esperando con ansiedad tenerte a mi lado, sigo deseando verte a cada momento. No me canso de ti. Nadie más me comprende como tú lo haces. Cariño, yo te amo.
Se hizo el silencio. Al minuto, se oyeron sollozos al otro lado de la puerta.
-¡Lo ves, cabron! ¿Ves qué me haces? ¿Cómo no te voy a amar con semejante pico?

3 comentarios:

  1. También se te podría decir: ¡Qué cabrón que eres! ¡Relatas todo lo que a una mujer le gustaría oir! ;) Muy bonito, Fran.

    ResponderEliminar
  2. Muy buen relato...me encanta. Quién no ha vivido un momento km éste. ..yo si...podría escribir un libro...un abrazo fran

    ResponderEliminar