domingo, 4 de enero de 2015

Declaración de intenciones

Hoy es un día de esos en el que estás cansado de todo. En el que crees que luchas contra viento y marea. Bueno, realmente siempre lo has pensado. ¿Quién no se ha preguntado alguna vez por qué las cosas son tan fáciles para el resto y tan complicadas para uno? Yo me lo pregunto ahora, hoy, esta noche. Dicen que si todo el mundo va en dirección contraria a la tuya, posiblemente seas tú el errado. Posiblemente. No creo en eso, ya que puede ser que el mundo esté equivocado y tú tengas razón, y sino que se lo pregunten a todos esos genios incomprendidos cuyos huesos hoy se veneran en tumbas repartidas por el mundo. Hoy es uno de esos días en los que te sientes triste por ver a todo el mundo tirarse por un puente y tú no los quieres seguir porque crees en tus convicciones. Y te quedas solo en el mundo. Te quedas solo, lamentándote por no ser igual que el resto. Hoy he perdido una guerra que por nada del mundo quería perder. Y al margen de lo que yo me conozca y odie de mí mismo, no la quería perder por no dar el gustazo a los suicidas de decirme el tan odiado "te lo dije". Hoy me pregunto, en serio, quién tiene razón realmente, si ellos o yo. Hoy me pregunto si basta con creer en uno mismo para luchar contra el resto del mundo. Y lo peor de todo es que tengo la respuesta: no basta. No basta con ser tú mismo, no basta con ser sincero. Las personas que te rodean no quieren oír la verdad, yo mismo me niego esa verdad. ¿Yo mismo me niego esa verdad? En cinco días he tenido que oír de dos personas distintas, y que aprecio, eso de esclavo de tus palabras, dueño de tus silencios. Sí, soy esclavo de mis palabras, esclavo de lo que digo, pero también esclavo de lo que callo. Para mí, hoy, 3 de enero de 2015, es un día en el que me he conocido y he entendido que mis palabras hieren, me hieren. Yo mismo, como el escorpión subido encima de la rana, me he suicidado. El problema es que hoy, el resto del mundo me mira desde lo alto del puente, y con alegría ven cómo caigo al vacío, solo, sin ayuda. Yo me lo guiso, yo me lo como. Y te jodes. Tú solito te lo has buscado. ¡Ingenuo de mí! Creía que me comprenderían, que me aceptarían tal y como soy. Pues no, he sido un estúpido engreído que su seguridad en sí mismo no le ha dejado ver la trampa para osos en la que se ha metido.
Que mentira más horrorosa eso de quien me quiera me querrá como soy. Tengo que admitir que me han querido, y mucho, pero jamás han aceptado mi manera de ser y yo jamás he cambiado esa manera de ser. Es mentira que el amor lo puede todo, que el amor puede con todo. Es mentira. Como también es mentira que la verdad nos hará libres. Presumimos de seguridad, independencia, de que no necesitamos a nadie para vivir. Es mentira. Nuestra seguridad es ficticia. Nos sentimos seguros en nuestra burbuja pero cuando salimos de ella nos volvemos títeres sin cabeza, pollos decapitados que corren por el patio hasta que caen desplomados. No controlamos el entorno, la naturaleza, ni las personas que en ella viven. Y volvemos a ella desesperanzados, tristes, asqueados de la incomprensión que nos rodea. Nos volvemos a nuestra burbuja porque ni nos entienden, ni los entendemos. Hoy me he dado cuenta que ser distinto al resto no significa ser mejor. Ser distinto significa incomprensión, rechazo. Dicen también que si no puedes con tu enemigo, únete a él, pero yo, hoy, prefiero quedarme solo que batallar junto a Lucifer. Sí, perderé, caeré herido, pero no puedo pelear junto a alguien que odio. No si estoy solo, no si otros como yo no quieren pelear desde dentro. Soy Aquiles dentro del caballo de Troya, sin compañeros, estoy rodeado únicamente de madera y algún hijo de puta ha dado el chivatazo a los troyanos. No tengo nada que hacer, soy un héroe muerto. La razón nos dice qué comer, cuando dormir, qué camino tomar, y nosotros le hacemos caso. No es cierto que en el mundo de los ciegos, el tuerto sea el rey. No es cierto. El tuerto es el bufón que como a una piñata los ciegos apalean sin compasión. Da igual que veas o no, ellos no ven y eso es lo que cuenta. Y yo me pregunto, ¿qué debe hacer el tuerto ahora? ¿Qué le dice la razón que haga? La primera opción, la más sensata, es salir corriendo. Huir. Sobrevivir, recuperar fuerzas. ¿Y después? No puede devolverles la vista. Después tiene dos opciones, morir solo o hacerse el ciego. Esa es la cuestión. Solo no puede comer, ni beber, ni dormir. Pero sabe que hacerse pasar por ciego tampoco es la solución, porque si hay una verdad más verdadera que otras es la de que se pilla antes al mentiroso que al cojo. Entonces, la razón le dice que difumine el blanco sobre el negro, aunque no sabe muy bien cómo hacerlo.
La vida nos da a menudo patadas en el culo, es cosa nuestra aprender de nuestros errores o lamentarnos de ellos encerrados en nuestra burbuja. Pero si algo también he aprendido hoy es que de nada sirve saber pedir perdón si vuelves a reventarte el culo contra la pared una y otra vez. Es difícil encontrar personas que sepan pedir perdón, pero más difícil es encontrar personas que aprendan de sus errores una vez han pedido perdón. Y yo no estoy entre ellos. Yo como escorpión que soy, me pregunto: dada mi naturaleza animal e instintiva, ¿puede el escorpión ser filósofo?, ¿puede el escorpión recapacitar antes de clavar su aguijón a la rana?, ¿puede desear el escorpión dejar de ser escorpión, llegar a lomos de la inocente rana a la otra orilla del río?, ¿puede el escorpión vivir feliz junto a quien hace varios segundos iba a ser su víctima y a la vez su verdugo? ¿Puede un escorpión actuar como una rana siendo feliz por ello? La verdad es que mi experiencia me dice que no, mi positivismo me dice que sí. Pero falta la respuesta de la razón. ¿Qué dice la razón? ¿Y el corazón? ¿Razón y corazón pueden estar de acuerdo? No lo sé.
Como hay de todo en este mundo que algún cabrón ilógico creó, ahora intentaré explicar sin metáforas qué es a lo que me refiero en este largamente inusual escrito. Dicen que por la boca muere el pez, y ayer yo fui un ballenato. No es que sea esclavo de mis palabras, mis palabras me condenan a muerte. Hagamos un ejercicio mayeútico. Y como el hijoputa que creó al ser humano lo hizo a mala ostia y otorgó a unos pocos la sabiduría que al resto nos falta, explicaré brevemente de qué tratará este ejercicio. Según la Real Academia de la Lengua, esta es la definición de mayeútica: Método socrático con que el maestro, mediante preguntas, va haciendo que el discípulo descubra nociones que en él estaban latentes. En mi opinión es uno de los grandes descubrimientos de la filosofía griega y que practico con mi hijo cada vez que intento inculcarle un valor. Ustedes pensarán que soy un pedante, un listillo que juega a ser Sócrates o Platón. Ni mucho menos, yo sólo sé que no se nada, y ahora lo descubrirán. Pasarán de odiarme a compadecerme, porque la seguridad que aparento es pura fachada y me encuentro más perdido que un hijoputa el día del padre. ¡Ah! No pretendo aleccionar a nadie, esto, como dicen, es personal e intransferible. Yo escribo para mí, si les gusta pues cojonudo, sino ya saben qué hacer con el ordenador. Bien, comencemos.
Partamos de esa maldita frase que sobretodo hoy me atormenta: esclavo de tus palabras, dueño de mis silencios.
-¿Por qué soy esclavo de mis palabras?
-Por que digo cosas que duelen. Suelto mierda por la boca sin pensar en las posibles consecuencias. Hablo sin pensar. Yo sé por qué las digo pero mis interlocutores, al no conocerme, toman las palabras en un sentido distinto al que yo pretendo decir.
-¿Por qué?
-Supongo que porque no me conocen y porque yo tampoco me sé explicar. Y ahí entra el silencio.
-¿Silencio?
-Sí, a veces no creo conveniente rectificar. Considero que si no lo entienden es su problema.
-¿Y únicamente es su problema?
-No, también es el mío.
-¿Por qué?
-Porque suelo hacer más daño a quién más cerca está de mí.
-¿Por qué crees que dices lo que no quieres decir y callas lo que sí quieres decir?
-Por miedo.
-¿Miedo a qué?
-Miedo a ser pisoteado, a quedar como un cobarde o un calzonazos.
-¿Lo eres?
-Sinceramente, creo que no.
-¿Y por qué tienes miedo?
-Porque la experiencia me ha enseñado que en este mundo hay sólo dos tipos de hombres, los que pisan y los que son pisoteados, y yo no quiero ser de los pisoteados.
-¿Por qué?
-Porque creo que son infelices, y no quiero ser un infeliz.
-¿Ves a muchos infelices a tu alrededor? ¿Cómo sabes que son infelices?
-Sí, hay mucho infeliz. Lo sé porque lo dicen ellos.
-Entonces, ¿crees que los felices son los que pisotean?
-No, tampoco. Creo que no es de buena persona que te guste pisotear a los demás.
-¿Quién es feliz para ti?
-El que hace lo que quiere.
-¿Por eso actúas como actúas?
-Seguramente sí. Para mí ser feliz es no depender de nada ni de nadie. Supongo que es por eso que hago daño a los que están más cerca de mí. Me vuelven vulnerable, o creo que soy vulnerable si digo lo que de verdad me gustaría decir.
-Entonces, ¿no eres sincero con la gente que más quieres y sí lo eres con la gente que no te importa? ¿Por qué?
-Supongo que porque me importa más lo que piensen de mí los que no me conocen que los que me conocen.
-¿Por qué?
-Porque creo que los que me conocen estarán ahí siempre.
-Pero antes decías que para ti, el feliz es el que no depende de nadie, ¿por qué te importa tanto los que no quieres?
-Pues no lo sé, porque realmente me dan igual.
-¿Dices "te quiero" a la gente que está a tu alrededor?
-No.
-¿Por qué?
-Porque creo que no hace falta, porque creo que se lo diga o no seguirán a mi lado.
-¿Tú seguirías al lado de una persona que no te muestra cariño?
-Supongo que no.
-Entonces, tú quieres que te hagan lo que tú no haces. Eso tiene un nombre.
-Sí, egocéntrico. Visto así supongo que soy egocéntrico, pero no siempre.
-¿No siempre?
-No. También hago cosas por los demás.
-¿Por los que quieres?
-A veces.
-¿Te sientes correspondido?
-Sí, me corresponden más que lo que yo correspondo a ellos.
-Volvemos al egocentrismo.
-Supongo.
-¿Así que eres un egocentrista que hace daño a los que quieres porque no deseas ser pisoteado por los que no quieres porque tienes miedo a quedar como un cobarde y un calzonazos? ¿Estás de acuerdo?
-Visto asi...
Puto Sócrates, me ha dejado retratado, el muy cabrón. Pero supongo que es cierto. Supongo que decir lo que pienso a las personas que amo me da más miedo que satisfacción. Quedar como un cobarde o un calzonazos me da más miedo que las alegrías que me puede aportar decir lo que pienso en esos momentos. No pienso en que un hombre hecho y derecho pueda llorar, no entra en mi cabeza. Llorar me hace ser débil y no quiero que la gente se aproveche de esa debilidad, mi debilidad. Siempre he sido muy orgulloso, sobretodo en el amor. No he sido cariñoso con los que me quieren, ni con los que no me quieren. He intentado ser un hombre como Dios manda y he acabado siendo un niñato egocéntrico que es capaz de hacer daño a sus seres más queridos por no querer aparentar ser una persona débil e insegura cara al resto. Pero la pregunta es: ¿puedo cambiar?, ¿estoy a tiempo de recuperar todo lo que he perdido?, ¿quiero recuperarlo o prefiero seguir siendo un alma solitaria esclava de sus palabras y dueña de sus silencios? Como diría Teresa, lo que dices es muy bonito, pero sólo son eso, palabras. Mis acciones no las acompañan. Sí, soy buen escritor pero un pésimo marido. Y sí, lo cambiaría sin dudarlo dos veces. Me gustaría ser un adorable marido y un lamentable escritor. Me gustaría que no me doliesen las cervicales, decir lo que pienso sin herir a nadie, pensar las cosas antes de decirlas. Me gustaría que por mi boca saliese lo que escribo. Tienes razón Teresa, he sido bueno con quien debería haber sido malo y malo con quien debería haber sido bueno. He hecho todo lo que critico del resto de personas. ¿Cómo puede ser eso? ¿Cómo puede ser que no vea que me comporto como un estupido? Yo, que me las doy de racional, de humanista, de cabal. Se acabó. Se acabó. Tengo que madurar, por mi hijo, porque él hará lo que yo hago, dirá lo que yo digo, y aunque creía que sí, no soy un buen espejo donde mirarse. Sí es cierto que el primer paso para cambiar es reconocerte, reconocer tus errores, y es curioso como aún siendo totalmente consciente de mi manera de ser sigo cayendo una y otra vez en la trampa. Pero querer es poder, y yo quiero. Antes de hablar debo aprender a callar, o a pensar lo que realmente quiero decir. Quiero madurar, y más vale tarde que nunca. Estoy cansado, cansado de parecer quien realmente no soy, cansado de decir lo que no quiero decir. Cansado de dejarme llevar por la rabia, de hacer daño a quien quiero, de callarme las cosas y soltarlas en inoportunos momentos. Estoy cansado de no poder dormir, de sufrir remordimientos, de vomitar por las mañanas, de no comer, de estar de malhumor. Estoy cansado de estar a la defensiva, de recibir lo que doy, de ser un incomprendido, de no hacerme comprender. Estoy cansado de ser como soy. Estoy cansado de estar sin ti.
Este escrito es mi declaración de intenciones para el 2015, espero que el año que viene no tenga que volverlo a repetir.

1 comentario:

  1. " He hecho todo lo que critico del resto de personas."
    "no soy un buen espejo donde mirarse."
    El mundo y las personas que lo habitan, así como las situaciones que ocurren son un reflejo de ti. Aquello que criticas en los demás es de lo que pecas en tu mundo interior, o que no soportas de ti mismo. Tu lucha, es la lucha del ego, y el ego para sobrevivir tiene que mostrar separación de todo lo que sea amor. Perdona al mundo por ser como es y como reflejo te estarás perdonando a ti mismo.

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