miércoles, 13 de abril de 2016

Abogados de los pobres

En este país de mierda donde la corrupción abarca desde el cabo de Rosas a Finisterre y de Santander a Cádiz, pasando por el pueblo más minúsculo que puedan imaginarse, leer una noticia en la que un sindicalista-político (que manda huevos también el mejunge) coaccione a un médico para que elabore un informe falso en favor de un vendedor ambulante ilegal y en contra de una policía que él representa como político ya no sorprende a nadie. Y eso es lo triste, la indiferencia con la que el españolito de a pie, inculto hasta la saciedad y aborrecimiento acomete temas tan espinosos como el que se trata y otros muchos más. Pero no quiero volver a la senda de la corrupción sino de la estupidez humana. Lo primero que se me pasa por la cabeza es cómo un representante de los trabajadores puede llegar a tener la absurda idea de hacerse político, es como si un lobo quisiera ser oveja. Absurdo que un hombre que lucha contra el poder empresarial y la clase política que hace leyes para oprimir al trabajador y volverlo esclavo se convierta en su propio enemigo. Y no me creo eso de que si estoy arriba es más fácil ayudar al trabajador, eso lo he escuchado ya alguna vez y siento decir que es ¡mentira! Es más, una vez están en el meollo de la cuestión ni trabajadores ni leches, se dan a la mano que les da de comer y se olvidan de que ellos un día también fueron oprimidos. Y lo digo con conocimiento de causa. También he visto y oído presumir a sindicalistas de años tener el carnet y estar afiliados al PSOE, un Partido Socialista que con González aprobó las ETT y con Zapatero llevó al paro al 20% de los trabajadores de este país. Cuando yo oí aquello le pregunté al susodicho cómo iba a defender los derechos de sus afiliados de UGT si seguía las directrices del alcalde de la ciudad que pertenecía a su partido político y le pagaba a él y a sus afiliados el sueldo. Claro está que salió por peteneras y yo sigo esperando la respuesta. Pero el tiempo me demostró que si tenía que escoger entre los trabajadores a los que representaba o los jefes que podían enchufar a su primo de Zumosol, más tonto que una chancla sin suela, escogía al partido político al que estaba afiliado. Y así perdí yo la fe en la especie humana, algo que no he recuperado hasta la fecha, a la vista está.
Dicho esto quiero también dar mi opinión sobre lo sucedido en dicha noticia. Hay que ser muy estúpido para coaccionar a un profesional de la salud. Bueno, hay que ser muy estúpido para coaccionar a alguien pero más a un médico, alguien que puede tener tu vida en sus manos. Y digo yo, ¿hubiese actuado el susodicho de la misma forma si ese doctor fuese el que debiera operar a su hijo porque un hombre de color, huyendo de la policía lo hubiera empujado y tirado escaleras abajo golpeándose en la cabeza? No. Lo más probable es que se hubiese cagado en la puta que parió África y buscado la manera de meter al vendedor ambulante en la cárcel y cobrar millones del ayuntamiento por dejarlos vender en la calle. Además de ser estupido por coaccionar al médico, también lo es por poner a la policía en su contra, alguien también que puede salvarle la vida. En mi opinión hay tres cuerpos o estamentos a los que se debe respetar por encima de todo: los cuerpos de Seguridad del Estado, los profesionales sanitarios y el Poder Judicial. Podría añadir al profesorado, pero en la universidad pocos se salvan. Estos tres sectores jamás debe uno ponerlos en su contra, y menos siendo político, ya que tarde o temprano necesitarás de ellos seguro. Tarde o temprano tendrás que operarte por infarto, necesitarás que te escolten o que se haga justicia contigo por meter la mano donde no debías. La estupidez humana no tiene límites.
Más estúpido aún es coaccionar a alguien con testigos, más aún dejarte grabar y más aún es mentir habiendo grabaciones de video por medio. Es el problema de este país, o de los seres humanos que lo componen, que somos muy, muy estúpidos. Pero más estúpido que esto es defender al ladrón sabiendo que roba. No me gustan los abogados de los pobres, y en España hay muchos. Yo he llegado a oir a una mujer decir a la policía que debía soltar a un ladrón de carteras porque robaba para comer. El policía, muy astuto, le dijo a la mujer que si esa era su opinión le podía dar ella su cartera al ladrón, a lo que la mujer respondió que ni de coña y se fue echando ostias. No me gustan los abogados de los pobres porque no son justos. Todos merecemos comer, cierto, pero no quitándole la comida al vecino. Y yo me pregunto, ¿si al ladrón que se saca en un mes 3000 euros robando a los despistados guiris que flipan con la Sagrada Familia se le ofreciese un trabajo de ocho horas diarias y mil euros mensuales (y soy generoso), lo aceptaría? Con las leyes de mierda que tenemos en este país lo dudo. Y si un político quiere que la policía no persiga a los vendedores ambulantes ilegales sólo tiene que cambiar las leyes o darle trabajo, así de simple.
La policía se juega el cuello por mantener la seguridad de aquellos que pagamos impuestos, que somos los que damos de comer a estos políticos de mierda que van por ahí defendiendo a chorizos, vagos y maleantes. Los médicos se juegan su sueldo cada vez que entran al quirófano, exponiéndose a una demanda con indemnización millonaria de por medio por cometer un minúsculo error o simplemente porque el resultado, aunque sea satisfactorio, no sea del agrado del paciente. Los médicos curan a aquellos que pagamos impuestos, que somos los que pagamos los abultados sueldos de nuestros políticos de mierda. Es decir, yo estoy pagando a un señor que defiende a un hombre que vende bambas falsificadas y hace que yo venda ni una mísera plantilla. Es de locos. Pagar al abogado que defiende al que te roba es muy estúpido.
Señores políticos de mierda, señores sindicalistas de mierda, señores empresarios de mierda, señores abogados de los pobres de mierda, yo, un ciudadano que paga religiosamente sus impuestos, les reto a que sean justos y se pongan en la piel del otro. No se puede defender al ladrón y condenar a la policía, no se puede defender al cuentista y condenar al médico. En ningún país de mierda se puede morder la mano que le protege a uno. Vergonzoso. Hay derechos que preservar y obligaciones que cumplir. Si criticamos, coaccionamos o acusamos al que hace bien su trabajo, ¿en qué lugar quedamos? Pues ya se lo digo yo, como seres humanos de mierda. Y otra cosa, lo mínimo que puede hacer alguien que no sabe o no quiere hacer bien su trabajo es dejarlo, dimitir y cambiar de trabajo. No todos valemos para todo. Y una etiqueta de Anís del Mono, como decía el añorado Chiquito, no le da a nadie el derecho de actuar como si fuese Vito Corleone. Y ese es realmente el problema de este país de mierda, que ni los que se supone que deben ser inteligentes y dirigir la manada saben una mierda de nada. Si usted no quiere o no sabe lo que es la justicia, le puedo yo enviar a un país de mierda que le enseñen a palos lo que realmente es ser justo y como se trata al que roba o al que coacciona.
Señores y señoras de mierda, si no saben hacer bien su trabajo no lo hagan, pero dejen trabajar a quién sí sabe hacer bien su trabajo. Buenos días.

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