jueves, 20 de octubre de 2016

Mi mundo ideal (capítulo 3): la justicia

El tema de la justicia es un tema complicado de abordar por sus muchas variantes. Hay delitos penales, delitos civiles, delitos que no querían serlo, no delitos que sí querían, robos, mutilaciones, secuestros, palizas, delitos psicológicos, ciberdelitos, delitos de menores, etc. En mi mundo ideal se parte de la base que la educación ha influido lo suficiente en el individuo para que este se lo piense dos veces antes de delinquir. Dicho esto también debo aclarar que en mi mundo todos los habitantes merecen una segunda oportunidad pero como yo digo, perdonar la primera vez es humano, perdonar dos veces es de gilipollas. Sólo habría un delito que no merecería perdón alguno: el asesinato de otro ser humano.
En mi mundo ideal las pruebas contra el presunto delincuente no tienen que dejar ninguna duda de que el apresado fue el causante del delito. Hoy día tenemos la tecnología suficiente para que sea demostrado fehacientemente de que el acusado lo es con razón. En este sentido la policía jugará un papel primordial e imprescindible, ya que en mi mundo ideal desaparecerían los abogados o en todo caso de haberlos, los abogados defensores y fiscales los asignaría el Estado para que los más poderosos no pudieran beneficiarse de los mejores abogados y al revés. Jueces y abogados tendrían las mismas herramientas para juzgar, defender o acusar al reo. La justicia sería completamente ciega. Y gratuita.
En mi mundo ideal el condenado no tendría los beneficios que tiene hoy día. La cárcel debe ser un lugar donde el reo no quiera estar y a dónde no quiera volver. Los delincuentes trabajarían doce horas diarias para el Estado por un sueldo mínimo para poder pagar su condena. Los trabajos podrían ir de leves (manufacturaciones) hasta graves (minería) dependiendo de la condena. A mayor gravedad de crimen mayor gravedad de trabajo y mayor sueldo. El único que no cobraría sería el asesino, que moriría en la cárcel trabajando hasta el último día de su vida. De esta manera el Estado y la sociedad se beneficiaría de mano de obra barata. Y con esto de productos baratos. Los reos podrían dedicarse a fabricar ropa, coches, electrodomésticos, etc., que el Estado vendería a un precio asequible y con los beneficios poder costear así los gastos judiciales.
Las penas serían puramente económicas y dependiendo de la pena y del sueldo a cobrar por el trabajo también implica temporales. La mínima pena sería para el ladrón que roba sin violencis. El ladrón, debería devolver el doble del valor robado; una parte para la víctima y otra para el Estado (así nos aseguramos que el Estado se implique también en la captura y condena del ladrón) y el robo de una manzana sería pagado posiblemente con un par de días de trabajo. Por supuesto que los individuos que se beneficien de sus cargos para robar serán inhabilitados de por vida de sus antiguas funciones. Si el que roba las manzanas es el frutero, no podrá volver a ejercer como tal, igual que políticos, policías, etc. Es más, si un policía usa su arma fuera del trabajo para delinquir, además de dejar de ser policía no podrá poseer de ahí en adelante otra arma, e igual pasaría con un informático, un pescador, etc. Para ello todo ciudadano poseerá una tarjeta identificativa con los objetos que no podrá comprar. Si un individuo no llevase esta tarjeta se le negará comprar cualquier artículo que pueda utilizarse en contra de otro individuo.
Cada sentencia creará jurisprudencia y el juez, ante la duda, podrá consultar la opinión de un jurado civil no presencial. Esto es: los juicios serán públicos y se seguirán por Internet. Cualquier persona podrá registrarse, seguir el juicio y dar su veredicto. El juez podrá consultar al jurado cuando lo crea oportuno mediante un chat privado y exclusivo y podrá tener en cuenta la opinión de los seguidores del juicio. Si se pide una votación al jurado popular, la mayoría simple bastará para dictar sentencia. Recordemos que en mi mundo ideal la educación es básica y todo ciudadano conocerá la ley y su vocabulario. Al ser un juicio público y el jurado popular anónimo, el acusado no conocerá sus caras y por lo tanto le será muy difícil sobornarlo. También recordar que en el juicio se impone únicamente la pena, ya que la culpabilidad habrá quedado sobradamente demostrada por la policía. Por supuesto, cada miembro del jurado deberá introducir un número de identificación y pasar un test de aptitud para evitar problemas de parcialidad. El número de miembros del jurado popular no tendrá límite y su labor no será remunerada.
Claro está que el juez estará asesorado en todo momento por psicólogos, humanistas, criminólogos y todo tipo de especialistas que se requiera para que la condena sea justa y acorde al delito.
En todo momento el acusado tendrá puesto un detector de mentiras para que el juez y el jurado puedan ayudarse de dicho aparato en cualquier momento, aunque el detector de mentiras no se tendrá en cuenta para dictar sentencia.
Los menores de edad serán juzgados de la misma forma y condenados con las mismas penas que los adultos. Si son grandes para delinquir son grandes también para asumir sus consecuencias.
En mi mundo ideal el individuo podrá escoger libremente si quiere abortar, si quiere morir, etc. También el condenado por asesinato podrá escoger entre la cadena perpetua o la muerte.
El reo, una vez haya pagado su deuda al Estado y a la víctima será puesto en libertad. Si delinque una segunda vez cumplirá cadena perpetua si se ha demostrado que delinquió conscientemente. Si el segundo delito fuese distinto al primero y se probase que no deseaba delinquir, cumpliría la condena de grado superior al castigo impuesto si fuese la primera vez. Para ello el Estado irá actualizando las penas a medida que se vayan condenando a presos.
Esta sería a groso modo la justicia en mi mundo ideal. Jueces, policías, abogados, fiscales y ciudadanos participarían activamente y conjuntamente para hacer cumplir la ley. Esperemos que así, el delincuente se lo piense dos veces antes de delinquir.

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