viernes, 21 de abril de 2017

Padres ejemplares

Ser padre no se aprende en la escuela, ¡ojalá! Educar a un hijo es una tarea difícil, absorvente, altruista, en ocasiones frustrante, y por tiempo indefinido. Ningún padre, imagino, desea que su hijo sea un ladrón, un violador o un asesino, pero no basta con desearlo, hay que inculcarlo en su mente desde pequeño. Pero cuando esto sucede, es decir, cuando un hombre asesina, viola, roba o bebe lo acusamos directamente a él y le condenamos a la horca sin ningún pudor. Pero, ¿nos preguntamos alguna vez por qué un delincuente ha hecho lo que ha hecho? Juzgamos sabiendo sólo el qué, el cuándo, el dónde..., pero jamás nos preguntamos por qué. Es más, en ocasiones nos decimos "pobre padre o madre, lo que estará sufriendo porque su hijo es un violador (o asesino, o ladrón, etc.)". Nada más lejos de la realidad. En la mayoría de casos el hijo hizo lo que hizo porque su padre o su madre hacían lo que hacían. Somos el espejo en el que se miran y harán lo que nosotros hagamos. Para muchos de nosotros pegar a una mujer es un acto abominable y cobarde, para otros es algo normal porque en su casa era normal que su padre pegase a su madre si la comida estaba mala, por ejemplo. Si le consentimos a nuestro hijo todo de mayor será un dictador y un egocéntrico, si le menospreciamos será un hombre retraído e inseguro, y ambas situaciones pueden llevarle al asesinato o al suicidio. Así les pasó a los grandes asesinos de la historia. Jeffrey Dahmer asesinó a 17 muchachos en Milwaukee entre 1978 y 1991. Practicó la necrofilia, el canibalismo y la trepanación, ya que su obsesión era dominar a su pareja completamente convirtiéndola en un zombi sumiso. Su primer asesinato llegó tras el divorcio de sus padres. Dahmer se fue a vivir con su abuela. La imposibilidad de expresar su homosexualidad en su familia y en su pueblo natal era según él "sexualmente muy frustrante". No se sabe si fue el caso o no, ya que el introvertido Dahmer fue asesinado estando en prisión, pero lo cierto es que los hijos son capaces de lo que sea por llamar la atención de sus padres, incluso de delinquir o asesinar. 
Otro asesino en serie con una dura infancia fue John Gacy. El padre de Gacy era alcohólico y un hombre muy estricto. Le menospreciaba, le llamaba tonto y le decía que nunca llegaría a nada. Cuando se emborrachaba le pegaba palizas. A los tres años una niña de quince abusó de él. Jugando a papás y mamás le desnudó y le manoseó su miembro. A los nueve años un amigo del padre abusó de él metiéndole su cabeza entre las piernas del adulto cada vez que lo veía con la excusa de que le enseñaba judo. Gacy violó y asesinó a treintatres hombres y niños. También estaba obsesionado con el poder y el control. 
Hay muchos más asesinos en serie que tuvieron una infancia dura. Normalmente aquellos que sufrieron abusos sexuales de pequeños, de mayores violaron a sus víctimas antes de asfixiarlas con sus propias manos o estrangularlas con cuerdas. Yo mismo conozco a gente que han seguido los pasos de padres alcohólicos o maltratadores, aunque gracias a Dios no han traspasado el umbral del asesinato. Los traumas que podemos causar a nuestros hijos con nuestros actos pueden llevar a éstos a llevar una vida infame controlada por el monstruo que llevan dentro y que nosotros, sus padres, hemos creado o permitido. Los niños no conocen lo que está bien o lo que está mal y por lo tanto creen que lo que hacen sus progenitores es algo normal. Somos dioses a sus ojos y los dioses nunca hacen nada malo. Así que si usted maltrata a su mujer, se emborracha, se droga, abusa sexualmente de sus hijos, etc., piense que su hijo tiene muchos números de comportarse en un futuro como usted lo está haciendo ahora. 
El problema se agrava en la actualidad porque la mayoría de padres somos demasiado permisivos con nuestros hijos, ya sea porque no queremos educarlos a base de cinturón como nos educaron a nosotros, porque queremos ser más amigos que padres o porque creemos que castigándolos dejarán de querernos. Un claro ejemplo de esto es lo comentado por Emilio Calatayud en su libro Reflexiones de un juez de menores: "Lo que me parece más importante es que los padres nunca deben tapar lo que hacen sus hijos, porque tienen que educar desde la responsabilidad y eso se logra exigiéndoles respuestas por lo que han hecho, aunque sea en una pequeña parte. Siempre ponemos el ejemplo del menor que roba un CD de una tienda y el padre lo resuelve pagando su importe; creo que lo correcto sería que se denunciara al chaval y que él fuera el que respondiera por ese hecho cometido. De ahí vienen muchos de los problemas de delincuencia de la clase media, porque los padres van «tapando» una y otra vez a sus hijos y, tarde o temprano, eso se vuelve en su contra". Y sigue: "En mi opinión, trabajar en interés del menor es darle garantía y satisfacción de sus derechos exigiéndole sus obligaciones. Por eso, dentro del ámbito familiar, es muy importante no perder de vista los peligros de las nuevas relaciones «amistosas» entre padres e hijos, pues en ellas puede debilitarse el concepto de autoridad y perder peso específico en el menor la voluntad de cumplimiento de sus deberes."
Nadie mejor que un juez de menores para ponernos en sobreaviso de cómo no se debe educar a un hijo. Yo tuve la inmensa suerte de ser criado asumiendo las consecuencias de mis actos. De pequeño robé en una tienda una linterna radio que me gustaba mucho y mi padre, cuando la descubrió, me obligó a devolverla. Quiso acompañarme para asegurarse de que la devolvía pero tras mis súplicas permitió que fuese yo solo. Supongo que entendió que ya era suficiente humillación devolver lo robado como para que encima fuese delante suyo. Además confió en mí cuando le prometí que devolvería el aparato, cosa que le agradezco. Explico esta anécdota para decir a los padres que yo no odié al mío por hacerme devolver lo robado, ni por castigarme cuando lo merecía. Siempre lo he querido, como a mi madre (que también me abroncó unas cuantas veces) y su manera de educarme la he tomado como ejemplo para educar a mi hijo. He leído también libros de psicología infantil y educación y me he alegrado al comprobar que sin saberlo mis padres nos educaron a mis hermanos y a mí como se indica en los manuales. Claro está que nuestra educación no fue perfecta y también tuvimos nuestras carencias, algo que también ha favorecido la manera de educar a mi hijo, ya que he aprendido de los errores de mis padres. Siempre supe que mis padres me querían pero no a cualquier precio. Tuve su apoyo cuando lo necesité y me castigaron cuando me lo merecí, y para mí esa es la base de una buena educación. 
Todos los extremos son malos. La sobreprotección puede llevar a la irresponsabilidad y a que el hijo se crea que está por encima de todo porque así se lo han hecho creer sus padres. La indiferencia hacia el hijo puede llevar a que éste desee llamar la atención de cualquier manera, por las buenas o por las malas. Sea como sea, la responsabilidad de los actos de nuestros hijos también recae en nosotros, sus padres, o debería. Por eso creo que en según qué ocasiones el padre y la madre deberían acompañar a su hijo en la celda de la cárcel. Buenas tardes.

Epílogo
Decálogo para formar a un delincuente según Emilio Calatayud.

1. Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece. 
2. No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente. 
3. Cuando diga palabrotas, ríaselas. Esto le animará a hacer más cosas graciosas. 
4. No le regañe nunca ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad. 
5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes… Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
6. Déjele leer toda lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura. 
7. Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizás por su propia conducta, quede destrozada. 
8. Dele todo el dinero que quiera gastar, no vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar. 
9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones. 
10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores, vecinos, etc. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarle.

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