domingo, 7 de octubre de 2018

El rey de la selva

Todos sabemos que el león es el rey de la selva. Ese apodo se lo dieron los colonizadores cristianos del siglo XIX al ver que además de su fiereza, el león macho no hacía nada más que dormir, comer y enseñar los colmillos cuando las crías le molestaban. En su observación, algún colono machista debió pensar que el león era el puto amo. La leona cazaba para él, cuidaba de sus cachorros y vigilaba el territorio mientras que el “rey” dormía una media de dieciocho horas diarias. Hoy día las feministas, y la sociedad en general, se llevarían las manos a la cabeza si un hombre se pasase dieciocho horas en la cama y sólo se levantase para comer. 
Lo cierto es que en el siglo XIX, y en el XX y XXI también, los reyes hacen lo mismo que el león, deambulan seis horas por palacio y desaparecen las dieciocho restantes. Vamos, que el apodo de rey de la selva les viene a los dos mamíferos como anillo al dedo si rey significa no hacer nada, pero nada de nada, durante todo el día. 
Es mi intención desde aquí que se le cambie el apodo de “rey” al león por el de “parásito” de la selva. ¿Cómo le llamarían ustedes a un hombre que no trabaja, que no ayuda a su mujer en las labores de casa, que pasa olímpicamente de sus hijos dejándole a la madre la obligación de educarlos e incluso jugar con ellos, y que va del sofá a la mesa, de la mesa al sofá y del sofá a la cama? Como mínimo parásito. Puede ser que para una sociedad machista y católica apostólica un hombre así pueda ser considerado rey de su casa pero para una sociedad moderna, atea e igualitaria que un hombre o un animal así sean considerados reyes es no menos que un insulto para el resto de mortales. Me parece increíble que aún haya por ahí machos cabríos que piensen que por trabajar cuarenta horas semanales se merezcan el derecho de llegar a casa y sentarse en el sofá con una cerveza en la mano hasta que les duela su real trasero. Pero más increíble me parece aún que la reina de la casa haga los deberes con los niños, cocine para todos, ponga lavadoras, planche, limpie, etc., permitiendo al parásito seguir apoltronado en su trono. Y me parece más increíble aún que los suegros y padres de esos reyes y reinas cuiden de sus nietos porque los reyes de la casa quieren seguir con su vida de solteros a pesar de tener retoños. Los padres deben cuidar de sus hijos y los abuelos disfrutarlos, no al revés. 
Pues eso, que me ha indignado leer el modo de vida del mal llamado rey de la selva y al compararlo con algunos mal llamados seres humanos me ha venido a la cabeza lo injusta que es nuestra sociedad y nuestro lenguaje. Por eso a partir de ahora me pegaré una gran carcajada cada vez que oiga eso del rey de la selva como también me la pego cuando oigo a algún desgraciado presumir de que en su casa todo lo hace su mujer mientras él se traga en la televisión hasta los partidos de tercera regional. No nos merecemos ni el aire que respiramos.

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