jueves, 11 de abril de 2019

Humildad youtuber

Les voy a explicar un secreto, veo vídeos de cosmética en YouTube. Sí sí, como lo leen. Mi mujer tiene la manía de planchar en el comedor viendo youtubers y como mi despacho está justo en frente de la televisión, vamos, en el sofá, pues no tengo otro remedio que tragarme dichos vídeos. Y ahora soy todo un experto en cosmética coreana, en jerséis de Primark y eyeliners del Mercadona. Incluso me conozco a muchas youtubers, aunque no sé sus nombres, pero les pongo apodos. Sigo a la “malfollá”, a la “happy”, a la “pija”, a la “gorda y fea”, a la “más gorda y más fea”, a la “rubia” (rubia en todos los sentidos), a la “basta”, a la “fifi”, a la “cincuentona del braguetazo”, etc. Sé lo que es un “haul”, un “unboxing”, un “housetour”, y sé para qué sirve el ácido hialurónico, el áloe vera y la vitamina C. Todo un mundo. Pero veo sus casas o sus compras y flipo, ¡si que da el mundo del youtuber! Por ejemplo, un “housetour” es un “te voy a enseñar mi casa, pringada, para que te corroa la envidia y yo pueda dormir con una sonrisa malévola en la cara esta noche”. En estas “housetour” la susodicha lo ha comprado todo en Ikea y la calidad es inmejorable. ¡Ya, seguro! Yo he ido a comprar al Ikea y los muebles que tienen no los he visto por ningún lado. Yo creo que hay por ahí Ikeas camuflados sólo para ricos, porque en el Ikea de mi barrio todo es conglomerado y chapa. Empiezan por la cocina, la chica muy mona vestida va señalando los electrodomésticos y abriendo y cerrando cajones con más glamour que la del Telecupón mientras el marido, cámara en mano, se va tropezando con todo lo que encuentra a su paso. Como quien no quiere la cosa te suelta que en la cocina no han escatimado gastos porque les gusta mucho cocinar. ¡Sí sí! Se te ve en esas manos de cera que tienes y las uñacas pintadas de rojo burdeos. Nada más verla entrar en la cocina he pensado, “esta tía es cocinera profesional” ¡No me jodas! La cocina está impoluta, los cajones abren a la primera y en la nevera hay sólo lechuga y una jarra con un líquido verde que dan arcadas sólo verlo. Yo creo que se van al Leroy Merlín y graban el vídeo en las cocinas de muestra. En mi casa se cocina y no hay cojones a comerse lo que ha caído sobre la encimera. Hay una mancha de tomate en la rachola que no sale ni a bombazos y si abres la nevera tienes suerte si no se te cae encima del dedo gordo del pie una lata de refresco marca Día. Mi nevera es un tetris hecho por un niño de tres años. Y sí, pija de los cojones, he dicho rachola. Mi cocina es vintage, como tú dirías. Los muebles son de los años sesenta con tres capas de pintura, las racholas son de color ocre y el estampado es de algún hippie cuando iba tripao. Y el suelo, madre mía, mi suelo chupa el aceite como una esponja y ni con una Karcher puedes evitar resbalarte. Esa es una cocina humilde donde se cocina, no la tuya, que a pesar de ser blanca nube chuche no se ve ni una mota de polvo y las paredes son todas de Silestone blanco cielo. Ahora, si te comparas con un jeque árabe pues sí, es humilde, no te lo voy a negar. Pero para humilde el vestidor. Un vestidor más grande que mi habitación de matrimonio y donde con gracia y humildad te muestra los quinientos pares de zapatos que tiene y los ocho mil vestidos de noche que no le basta con mostrar, sino que tiene que ponérselos todos para sentirse por un día una diva de las pasarelas. Muy humilde, sí señor. ¿Te digo qué es un vestidor humilde? Mi vestidor, tendrá tres metros cuadrados, una percha detrás de la puerta en la que caben todos mis dos pantalones, mis tres camisetas y el pijama. Mi vestidor es un lugar multifuncional porque en él te vistes, te lavas, y cagas. Mi vestidor se llama ¡lavabo!, señora humilde. ¡Ala a tomar por culo con la pija humilde de los huevos! Pero lo último es la humildad de la terraza. Es humilde porque la piscina, el jacuzzi, la sauna y una fuente con esculturas de querubines y sirenas que ni Rodin podría esculpir lo ha hecho todo con sus manos el pobre desgraciado que va cámara en mano en sus ratos libres. Ahí sí, ves, ahí me han ganado porque pienso “pobre currele que después de trabajar doce horas en la mina al llegar a casa tiene que cavar una piscina olímpica, talar cien pinos y picar piedra hasta hartarse. ¡Humildes! Qué cojones tienen. 
Otra muestra de humildad son los “haul” de Primark. Un “haul” es en nuestro idioma “te voy a enseñar lo que me he comprado con dos mil euros”. Los de Primark son mis favoritos. La youtuber de turno empieza a mostrarte cosas y cosas que cualquier seguidora puede comprarse ahorrando medio sueldo durante cinco años. Pero lo bueno es que muchas cosas ¡las compran sin saber por qué! Oyes a la humilde youtuber decir que el jersey que se ha comprado de cachemir y borlas de oro sólo le ha costado cuarenta euros y que lo ha cogido porque lo ha visto muy “cuqui” y se ha dicho “este para mí”. Lo malo es que de su talla no quedaban y ha tenido que coger uno tres tallas más grande que la suya. No sabe cuando se lo pondrá pero ¡es tan “cuqui”! Yo, como también soy humilde, hago lo mismo. Cuando veo un jersey talla Marc Gasol de cincuenta euros pienso ¡qué cojones!, ¡para manta!, y me lo compro porque soy tan humilde… Comparemos humildad. Un vídeo de un “haul” de cualquier youtuber puede durar una hora en la que muestran diez pantalones talla 36 que aún le van un poquito grandes (rabia seguidora, rabia), un pijama para cada día de la semana, mil camisas, tres sombreros cutres, maquillaje por un tubo y cosas varias que no saben para qué sirven pero son rosas y llevan unicornios en la punta. Mi vídeo de un “haul” de Primark duraría… lo que tardo en explicarte que no me he comprado nada porque después de estar una hora buscando un jersey de mi talla por el suelo pisoteado y pelearme con una sudamericana por el único encontrado se me han inflado los cataplines y me he largado echando hostias. Y luego están los “súper haul”. Ahí ya no me meto. 
Después están los “unboxing”. Cuando oí por primera vez a una youtuber que iba a hacer un “unboxing” pensé que ya era hora que hubiera algo de acción, creyendo que vería un combate de boxeo. Noooo, un “unboxing” quiere decir: “mira todo lo que me he comprado por Internet y me llega en una caja con triple fondo”. El último “unboxing” que vi duró dos horas y me hizo apiadarme de ese sector tan castigado que es el de la mensajería. Pobre mensajero, pesa menos la piedra de Obelix que la caja de la “rubia”. Si yo quiero hacer un “unboxing” largo, más que grabar la llegada del producto tengo que grabar su búsqueda. Primero Google, luego Amazon, Ebay, Aliexpress, Wish, Joom y la tienda del barrio para ahorrarme lo máximo posible. Eso sí que es largo. Pero las youtubers no lo hacen así porque son muy humildes. Ellas entran en una web coreana (por lo visto las webs chinas son para ricos) cualquiera y compran lo que ven mono sin comparar precios, porque yo lo valgo. Seiscientos dólares se dejó la rubia en su último “unboxing”. No me digan que eso no es ser humilde y que quién no lo hace es porque no quiere. Pero claro, como son famosas la mitad de los productos se los regalan para que los anuncien y los ricos como usted y yo paguemos un pastizal por ellos porque la que tienen en nómina lo recomienda. Como yo soy igual de humilde que ellas quise un día hablar con el jefe de Nike para publicitar sus bambas. Le propuse que me regalase unas y yo llevarlas puestas por la calle con una camiseta puesta que dijese: estas bambas Nike son muy cómodas. Me preguntó cuántos seguidores tenía, yo le respondí que eso dependía de cuántos iban detrás mío subiendo las escaleras del metro y me colgó. No entiendo por qué le regalan productos a una autista que no sale de su habitación para grabar vídeos y que se pinta como un indio y yo, que me recorro media ciudad para ir al trabajo, no merezco ni unas simples chanclas. Será que no soy humilde. 
Pero lo mejor son las frases que estas humildes trabajadoras nos dejan para la prosperidad. 
1a: Sabéis que si una marca cara me envía un colorete de diez mil euros, si es malo lo diré, pero este colorete es buenísimo. (Sí ya, lo vas a criticar para que dejen de enviarte más coloretes, y yo soy tonto y me lo creo) 
2a: Este pelapatatas os lo recomiendo, ¡no se rompe! Me va a ir genial para cocinar. (¿Y ensuciar tu cocina blanca inmaculada que te ha costado la humilde cifra de 60.000 euros? ¿Estamos locos, o qué?) 
3a: Esto no sé para qué sirve, pero me gustó su “packagin” (envoltorio en español) . (¡Viva la gente práctica y que sabe lo que quiere!) 
4a: Me compré un móvil nuevo, no conocía la marca pero me arriesgué y me ha salido muy bueno. Es un Xiaomi. (Lógico, si compras por Internet, grabas vídeos en tu habitación y tus amigos son suscriptores cuyo nik es xoxo25 no me extraña que no conozcas mundo). 
5a: Esta paleta de coloretes es un clon de la paleta de Dior que cuesta tres mil euros y la podéis encontrar en el Mercadona por 75 céntimos. (Igualita, vamos, la única diferencia es que la del Mercadona no pinta bien, se rompe sólo mirarla, no es water proove, ni heat resisting, se corre cuando sudas y provoca cáncer de piel, pero por lo demás es igualita). 
6a: Me he comprado esto, no sé qué lleva en el interior pero no me digáis que la caja no es bonita. (Mira, como tu cabeza, tampoco yo sé lo que tiene en su interior). 
7a: Este armario del Ikea me ha salido buenísimo y es muy barato. (Espera a tener hijos o perros, ya verás cómo cambias de opinión). 
El mundo de las youtubers es digno de observar. Gente enseñando a otra gente lo que se ha comprado, o dónde vive, o qué viajes hace, y no nos engañemos, no es para aconsejar, es para restregarnos por la cara lo bien que viven y lo mal que vivimos nosotros. Un youtuber es alguien que con sus humildes vídeos te recuerda que eres un pringado por cruzarte la ciudad y trabajar ocho horas para ni siquiera llegar a fin de mes. Yo os recomiendo verlos, aunque no sé exactamente para qué sirven pero el “packagin” es muy bonito.

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