miércoles, 18 de mayo de 2022

Gauguin y el feminismo

Hay gente en este mundo que se vanagloria de ser un inculto, y encima lo tweetea. Twitter es una plataforma donde la “libertad de expresión” fluye a raudales y por eso los menos escrupulosos se ven con ánimo de poner toda clase de sandeces. Además de gente que tiene poco sexo y muy malo (trolls, quejicas, llorones, maleducados, etc), en Twitter podemos leer a personas de lo más..., cómo decirlo sin ofender, desinformadas. Serían miles, millones los tweets que puedo nombrar, pero uno en especial me dejó estupefacto. No nombraré a la autora para no ahondar en la herida, pero el tweet, que pretendía hacer honor al feminismo, presentaba el cuadro Mujeres en la orilla del río, de Paul Gauguin.

Precisamente no es que el que escribe sea un admirador de Gauguin, ni del impresionismo, pero Gauguin es uno de los máximos representantes del posimpresionismo en la pintura universal y sus cuadros muy cotizados, eso es cierto. Pero como suele suceder, a su muerte fue cuando se hizo famoso, supongo que para ahorrarse un dineral algún coleccionista primero y después forrarse sin tener que pagar derechos de autor. El hecho es que si lo que la tweetera pretendía era utilizar a Gauguin para ensalzar la figura femenina, acierto, lo que se dice acierto, tuvo muy poco.  Para empezar, el famoso pintor tuvo que ser mantenido por su primera mujer mientras intentaba vender lonas francesas en Dinamarca. Tras once años de ser mantenido por su mujer, Gauguin la abandona por la pintura y regresa a París. Yo a eso le llamo ser un desagradecido. Tras lances y viajes, Gauguin decide irse a Tahití. Llegaba a la colonia francesa cuando contaba con 44 años, tomando como esposa a una niña nativa de 13 años, a la que dejó embarazada.  Al año siguiente vuelve a Francia, dejando a su esposa de 13 años y su hijo recién nacido en Tahití y sin un duro. En Francia también tuvo una amante adolescente mitad india mitad malaya, sólo que a esta no la dejó preñada, que se sepa. En París el pintor recibe una herencia de 13.000 francos que renunció a compartir con sus hijos y su primera esposa danesa, a la que nunca había pasado pensión por sus hijos. Al poco tiempo, Gauguin tuvo que abandonar la vidorra que se daba en París por ataques continuos de varias periodistas (feministas supongo) y regresó a Tahití. Pero lejos de visitar a su primera esposa tahitiana de 13 años y su hijo, Gauguin se convierte en editor de un periódico de otra isla hasta su partida de Tahití en 1901. Durante este segundo período, casó con la hija de unos vecinos en Punaauia. La niña tenía 14 años, como no, y tuvo con ella dos hijos. Huelga decir que la niña crió sola a sus dos hijos, uno de los cuales murió en su infancia. En 1901 Gauguin (53 años) se estableció en Atuona, en Las Marquesas. Allí construyó, con el dinero que se ahorraba de las pensiones, una casa a prueba de tifones y la nombró “La casa del placer”, todo un romántico nuestro Gauguin. Las paredes de su casa las decoró con fotografías pornográficas compradas en Puerto Said. Aquí Gauguin vuelve a casarse con una niña de 14 años, hija de una pareja nativa de un valle cercano a su vivienda. Al año, Gauguin vuelve a ser padre y su infantil esposa se marcha a casa de sus padres viendo las pocas ganas de su esposo, mayor y enfermo, de ayudarla en las tareas del hogar. Gauguin moriría años después, sólo y endeudado. 

A grandes rasgos, esta es la vida amorosa del gran pintor francés. Visto esto, y viviendo en la actualidad el ultrafeminismo que tanto gobierno como periodismo predica, es sino curioso que una mujer tweetee un cuadro del pintor más misógino, pederasta y antifeminista que haya habido en los últimos siglos creyendo ensalzar a las mujeres. Además, leída la biografía de Gauguin, dudo mucho que plasmar a la mujer en sus cuadros se debiese a admiración y respeto por el sexo opuesto. Que una mujer no machista haga propaganda hoy día de Gauguin en Twitter puede compararse a que un judío intente vender el Mein Kampf delante del Muro de las Lamentaciones. Al igual que muchos otros desgraciados, Gauguin dejó morir de hambre a su familia mientras él se metía la gran bacanal. Así pues, cuiden sus tweets, contrasten la información, no vaya a ser que metan la pata hasta el fondo y queden como unos incultos a ojos de los que les gusta saber de todo un poco y no alardean de ello. 

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