viernes, 23 de diciembre de 2022

Respuestas de la vida de Chico Xavier

Si ha leído el resumen del libro de Allan Kardec en este mismo blog o conoce la doctrina espiritista, espero que ya esté cumpliendo con estos preceptos. Si desconoce lo anterior pero cree en la vida después de la muerte, debe saber que la misión de nuestra alma es evolucionar, y evolucionamos reencarnado en planetas como éste para aprender y conseguir que nuestra alma sea pura. Si desconoce la doctrina espiritista y no cree en el más allá, ni siquiera en que tengamos alma, estos preceptos pueden ayudarle a ser un poco más feliz en su vida. Sea como fuere, eche un vistazo a este escrito y después decida usted qué hacer con su vida. Porque el saber no ocupa lugar. 

Aquí les dejo con los consejos de Chico Xavier recogidos en su libro Respuestas de la vida y que un humilde servidor ha intentado resumir para que usted, humano como yo, hagamos todo lo que está en nuestra mano para hacer de este planeta semidestruido un paraíso donde reine la paz y la abundancia espiritual. Espero que le guste.

Lo importante es el ahora, no el pasado ni el futuro. El pasado ya pasó y el futuro está por venir. Alégrese de vivir, de aprender, de evolucionar, de sanarse física y moralmente, de corregir errores, de atreverse a hacer aquello que siempre quiso hacer, de hacer una buena acción, de olvidar, de perdonar, de sonreír de nuevo, de atender al que espera. Su ahora es un regalo que no puede rechazar ni desperdiciar. 

No se dé por vencido, vaya un poco más allá, dejando atrás la fatiga física. Su cuerpo aguanta más de lo que usted cree. No es su cuerpo el que le dice que no puede seguir, es su cabeza, su pensamiento, su cerebro el que le insta a rendirse sin tener por qué hacerlo. Nunca hay suficiente humildad o paciencia, y sí quejas. Muéstrese sereno en los momentos de crisis, confiado ante los obstáculos que cree insuperables, optimista ante la enfermedad, tolerante ante las intrigas de los demás. Todo lo malo son pruebas que debe superar para hacerse inmortal. 

Su éxito le espera, despójese de las hojas muertas, sirva bien a los demás, renazca de sus cenizas, piense, conozca, destaque cualidades y olvide defectos, sonría, no agreda, ayude, hable bien, sin soeces, escuche para comprender. Su buen comportamiento con los demás le será recompensado. Persevere, el desaliento, el desánimo jamás ayudó a nadie. Ampárese amparando a los demás. No censure y no desprecie la soledad, aprovéchela para meditar y conocerse mejor a usted mismo.

Se anhela la felicidad, ¿pero sabe qué hace feliz a su alma? Su alma es feliz si da sin recibir nada a cambio, si alegra a los demás con su presencia. Si ve a los demás alegres, usted se contagiará de su alegría. Nos mejoramos si mejoramos a los que nos rodean. Uno para todos, todo para uno. Vivir es participar, integrarse, servir al bien común. Haga la paz, coopere para pacificar. La felicidad es hacer felices a los demás, incluso en la otra vida.

Tranquilice su conciencia haciendo el bien. Una conciencia tranquila es el mejor sueño reparador. Deje que los demás resuelvan sus propios problemas. Ayude, pero no solucione. Sea bueno, pero no tonto. Cada uno debe ser responsable y consecuente de sus actos. No se pierda en lo externo, intérnese en el problema, reflexione, piense con la cabeza. Su decisión debe ser siempre suya, no de los demás. Actúe con serenidad y discernimiento, porque recogemos lo que sembramos.

No recuerde su bondad al beneficiario, sea humilde. No cobre por su buena acción, eso es usura, no bondad. No discuta por discutir, informe a quien le pida información sin juzgar, sin despreciar. Evite confrontaciones, tolere las críticas, sea paciente en los momentos difíciles. Recuerde el refrán que dice que a todo cerdo le llega su San Martín, no sea usted ese cerdo. E intente hacer las cosas por sí mismo, sin depender de los demás, porque es su felicidad la que está en juego y al otro le importa poco que usted fracase o no en sus actos. Si acierta, el mérito es suyo, si erra el aprendizaje también será sólo suyo. A los demás hay que ayudarlos, no pedirles socorro, porque el socorro de gente vengativa o envidiosa le puede salir muy caro. Cuídese de frecuentar malas compañías, porque sólo querrán que usted sea más infeliz que ellos para ser así ellos felices.

El disgusto inútil con los que convivimos nos hace perder tiempo. No se vuelva como ellos, sea más inteligente, intente que su alma evolucione y no se retraiga. Dejemos a los demás su propia evolución y su propia pérdida de tiempo. Su trabajo es la revelación de usted mismo. De ejemplo y algunos le seguirán. 

No se menosprecie, edúquese. No se ponga al margen, trabaje. No mande, obedezca. No condene, bendiga. No reclame, disculpe. No desprecie, dignifique. No ignore, estudie. No divida, armonice. No rebaje, eleve. No esclavice, libere. No ensombrezca, ilumine. No se lamente, avance. No complique, simplifique. No huya, permanezca. No dispute, conquiste. No se estacione, renuévase. No se exceda, domínese. 

No se desprecie, quiérase. Tiene un aprendizaje por delante, una familia a la que enorgullecer con sus buenos actos. Aunque usted crea que está solo en este mundo, no lo está. Tiene una familia espiritual que le aguarda en la otra vida. Haga que se sientan orgullosos de usted, porque no dude de que le observan.

Usted escogió su destino antes de nacer, es cierto, pero puede cambiarlo en el presente. Puede que eligiera ser pobre, pero si sigue pobre es porque o no trabaja o gasta más de lo que tiene. Puede que eligiera ser menos inteligente que el resto del mundo, pero esto se soluciona leyendo, estudiando. Puede que eligiera ser obeso, y sigue siéndolo porque no hace deporte. Escogió tener enemigos para convertirlos en amigos, o para aprender a perdonar. O puede que pidiera ser feo por fuera para cultivar su alma y aprender a amar a las personas por su interior. Escogió sus miserias para solucionarlas y así evolucionar espiritualmente, no para quedarse en la cama lamentándose de su mala suerte.

Cada buen acto nos acerca un poquito más a la perfección. Paso a paso, lento pero seguro. Somos la suma de todas nuestras acciones hechas en esta vida y en las pasadas. El bien llama al bien, el mal llama al mal. Nuestra vida es como queramos que sea, es sólo nuestra y es debida a nuestras decisiones. Somos dueños de nuestro destino. Y no hay buen destino sin esfuerzo y sin buenos actos.

Las personas de nuestro entorno nos han sido puestas ahí para trabajar nuestro perfeccionamiento. Las personas benévolas son nuestro apoyo, las personas difíciles son nuestro reto, nuestra lección, nuestro trabajo, nuestra purga de pecados pasados. Es necesario saber soportar a los demás para que seamos soportados. Si alguien es difícil para usted, usted también será difícil para él, no lo olvide.

Hablando es como se empieza a actuar. Hable siempre para construir, no para destruir. No elogie mintiendo, pero tampoco critique para herir. Absténgase de comentar el mal; la palabra crea la imagen y la imagen atrae la influencia que le corresponde.

Con cada acción hay una reacción, y ésta es proporcional a aquella. El pacífico hallará la paz, el guerrero hallará la guerra. De las semillas de las rosas no nacen cardos.

No se entretenga con las dificultades de lo cotidiano, siga avanzando si es eso lo que realmente quiere. Para cambiar el mundo debe empezar por cambiar usted. El resentimiento paraliza su aprendizaje, la venganza no le deja avanzar. Los problemas existirán siempre alrededor de nosotros y a pesar de nosotros. Olvide ofensas y disgustos, tribulaciones y sombras y continúe trabajando cuanto pueda para el bien de todos.

Confíe en la Providencia y en usted mismo. Acéptese como es, idealizarse es divagar, soñar y errar. La lamentación repetida lleva simplemente a la soledad. Potencie sus talentos, deshágase de sus defectos. 

Silencie a los otros de sus quejas, aunque sean justas. No hable en momentos de irritación, respire hondo y recapacite. No grite. Sea optimista en la disputa dialéctica. Evite preguntas innecesarias, calle los defectos de su interlocutor, no responda a sus insultos o a sus ironías. Respete sirviéndose del silencio. No interfiera en la vida de los demás, es su aprendizaje. Ame dando libertad. Admire sin envidiar, auxilie sin herir, aconseje con humildad, y no sea rencoroso si no le obedece. 

Su vida será siempre lo que usted esté pensando constantemente. El cambio proviene del pensamiento. Piense en lo que será y será. Creer es poder. Pero también actuar es poder. Si usted cree en el valor de la pereza, mire el agua estancada en qué se convierte. Un problema se resuelve trabajando. Ante cualquier sufrimiento, el trabajo es el mejor camino de liberación. El trabajo ofrece esclarecimiento e impide la discusión. 

Cualquier ayuda, por pequeña que sea, puede salvar al hambriento de la inanición. Un pequeño trapo también tapa. Una visita rápida al enfermo puede ser la chispa que encienda la llama de su vida. Un vaso de agua al sediento, unas frases al solitario, un corto silencio al agresivo, todo ayuda.

No perturbe, tranquilice. No grite, converse. No acuse, ampare. No se irrite, sonría. No hiera, alivie. No se queje, comprenda. No condene, bendiga. No exija, sirva. No destruya, edifique. No sea uno de esos que se lamentan constantemente de su enfermedad o su mala suerte porque lo único que demuestra con ello es su vagancia y su deseo de seguir enfermo. El recuerdo amargo no concertará el pasado. La tristeza no le traerá luz al pensamiento. El desánimo no pesta auxilio. La amargura no pacifica el mundo íntimo. La rebeldía no le hará ver el camino justo. La crítica es factor de más soledad. La irritación es la compañera del fracaso. La intolerancia aleja la simpatía. El resentimiento es veneno en usted mismo. La condenación es sombra que se esparce. Evitemos esos agentes de lo contra y procuremos trabajar, con la certeza de que, sirviendo, encontraremos la bendición de la alegría por nuestro clima permanente de luz.

Si usted puede, aún hoy: Olvide contratiempos y muestre una sonrisa más amplia hacia aquellos que le comparten la vida;  Dé un toque más de felicidad y belleza en su rincón doméstico;  Haga una visita, aunque sea breve, al enfermo que usted desea consolar;  Escriba, aunque sea una simple nota, transmitiendo esperanza y tranquilidad, en favor de alguien;  Mejore sus conocimientos en el sector de trabajo en el que esté empleando su tiempo;  Extienda algo más de optimismo y alegría a los que se encuentren en sus fajas de convivencia;  Procure olvidar –pero olvidar de verdad- todo lo que sea motivo de tristeza o aborrecimiento;  Lea alguna página edificante y escuche música que pacifique el corazón; Dedique algunos minutos a la meditación y a la oración; Practique, por lo menos, una buena acción sin contarla a nadie.  Estas indicaciones de apoyo espiritual, si fueren observadas, harán gran bien a los demás, pero especialmente a usted mismo.

No se crea peor en momento alguno. Si usted ya consigue escuchar con paciencia en las horas difíciles…  Si puede silenciar la propia irritación en las horas amargas…  Si tiene ánimo para sufrir sin lamentación…  Si ya soporta los problemas de su propia casa, procurando solucionarlos sin amargor y sin queja…  Si tiene fuerza para callar ese o aquel asunto infeliz…  Si respeta la libertad de los demás…  Si soporta la visita de la enfermedad sin alarmar el ambiente donde se encuentre…  Si disculpa ofensas reconociendo que también somos capaces de ofender… Entonces, usted ya habrá mejorado mucho y proseguirá siempre mejor.

Bien al mal;  Amor al odio;  Luz a las tinieblas;  Equilibrio a la perturbación;  Socorro a la necesidad;  Trabajo a la inercia;  Alegría a la tristeza;  Olvido a las ofensas;  Coraje al desánimo;  Fe a la incredulidad; Paz a la discordia; Renovación al desgaste;  Esperanza al desaliento;  Recomenzar al fracaso;  Consuelo al sufrimiento;  Justicia a la crueldad;  Reparación a los errores;  Conocimiento a la ignorancia;  Bendición a la maldición;  Amparo al desvalimiento;  Verdad a la ilusión;  Silencio a los agravios;  Compañía a la soledad;  Remedio a la enfermedad;  Y siempre más vida a los procesos de muerte. Así se hace uno inmortal para los demás. 

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